Fabiola es una habitante de la calle que desde hace dos años compartía sus días con un perro criollo al que llamaba Tommy. Todos los días, ella se ubica en la Catedral de Pereira sitio de donde le fue ‘arrebatado’ el perro.
Esta mujer de avanzada solo pide que le regresen a su fiel compañero, quien está esterilizado y al día en vacunas. Durante el transcurso de la semana defensores de los animales en rechazo a esta repetitiva situación han realizado campañas de sensibilización pintando perros sobre cartones y ubicándolos en los diferentes parques de la ciudad, sitios donde permanecían los perros de los que nadie da razón.
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